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sábado, 6 de agosto de 2022

José Manaut: un pintor valenciano, discípulo de Sorolla, en las tierra del Eo.

 En 2017, en esos tiempos muertos que yo mismo generaba entre estudio, trabajo y demás quehaceres, como ser curioso que soy, lance una búsqueda en internet en busca de informaciones escritas sobre mi familia materna, "Os Primote".

De todos los resultados (que tampoco eran muchos) me sorprendió uno. Se trataba de los diarios de un pintor valenciano desterrado tras el final de la guerra civil a Durango y luego confinado en Madrid.

Foto Museo Manaut.


José Manaut, nace en Liria (Valencia) en 1898. Su biografía es muy amplia Destacar que estudia en la Academia de San Carlos de Valencia y en la de San Fernando en Madrid, de la que será profesor, siendo discípulo de Joaquin Sorolla. Estudia a los impresionistas en Paris gracias a una beca. Pasa a ser profesor de Instituto en Tortosa y Ronda, y una vez que estalla la Guerra Civil, tiene un papel activo en partidos é instituciones repúblicanas. Por ese motivo y por ser masón, es juzgado y condenado a pena de prisión que luego es conmutada por un destierro de  6 años en Durango (Vizcaya), que finalmente quedo en un año (1944-1945), para, finalmente, fijar su residencia en Madrid. En la capital trabajara para el Liceo frances hasta su retiro, y será a partir de 1947 que se abra una etapa muy fertil en su producción, tiempo en el que aprovecha para recorrer algunos puntos de España, y recalando en la Ría del Eo.

En su diario relata su estancia en las tierras del Eo. Describe cómo es el paso de la Ría del Eo con Pedro Justo Díaz García "Primote", y las particulares condiciones del pasaje, y lo hace en los siguientes términos:

Entre tanto evoco sensaciones. El paso de la ría con los botes que impulsa la vela cuando sopla viento propicio con la sensación maravillosa de un vuelo bajo al cobijo de la tensa lona remendada que semeja un ala de gaviota; otras veces a remo. El precio del pasaje es el de una peseta, pero con un pretexto u otro siempre hay que pagar más. Este servicio lo tiene acaparado una familia cuyo jefe “Primote”, tipo bajo, recio, algo barrigudo y ya viejo y asmático, tiene cuatro o cinco mozos dedicados a esta actividad. [3 de septiembre de 1949].

Pedro Justo Díaz García "Primote", sentado en una de sus lanchas de pasaje. Fragmento de fotografía, tomada de http://castropol.blogia.com/2006/071002-por-la-ria.-194....php


No es el único personaje castropolense que se menciona: Pedro Pardo es mencionado también, pues José Manaut, en la busqueda de localizaciones para sus obras, pinto una de ella desde Quintalonga:

1 de septiembre

En Castropol-Quinta Longa

Deambulaba por el campo en busca de temas para mis futuros paisajes, cuando acerté a pasar por un altosado coronado con un breve pero sentido grupo de pinos a cuya sombra en una plataforma con balaustrada rústica descansaba un hombre joven, tocado con un sombrero de paja de aldeano, muy gastado, alpargatas viejas, pero limpias, en mangas de camisa; estaba leyendo el “ABC.” Le abordé para que me informara donde podría dejar un lienzo que pensaba pintar. Se incorporó muy atento y quitándose el sombrero, se puso a mi disposición, indicándome un tejado de pizarra y un hórreo que sobresalía entre la fronda, díjome que aquella era su casa y que allí podía depositar el cuadro; añadió también que era muy aficionado. Estuvimos charlando un rato a la sombra acogedora de aquel rinconcito idílico, con voz tenue, con un dejo algo gallego, musical, me explicó que había estado enfermo del pecho, por cuya razón tuvo que interrumpir sus estudios de abogado; que reside allí con sus padres y hermanas ocupándose en la administración y cuidado de la hacienda familiar; que tiene o tenía su casa en el pueblo, pero que alejados por circunstancias adversas habían decidido trasladarse a esta mansión campestre donde ante solo pasaban los estíos. Esta casa solariega, amplia y algo vetusta, tiene un jardín bellísimo dentro de su relativo abandono. Grandes hortensias y multitud de flores, árboles frutales diversos cenadores umbrosos, hiedra abundante, una gran adelfa y una palmera magnífica. Un lavadero a la sombra de una lozana parra, frente al acceso a la vivienda. Esta heredad lleva el nombre enfático de Quinta Longa.

Día 3 de septiembre

El solitario de Quinta Longa

Durante trece o catorce días, instalé mi caballete en un bosquecillo de pinos, entre helechos, brezos y jaras, desde donde se divisa en el fondo de la ría, ancha de aguas tranquilas como un lago, a la izquierda la acrópolis donde se asientan las casas de Castropol y la derecha la avanzada rocosa de Figueras, presidido en primeros términos por la tierra dorada, los pinos, los maizales y los árboles y la tapia del jardín de la Quinta. Cuando había hecho su reposo, el joven hidalgo venía a charlar conmigo y a verme trabajar, con el diario en la mano. Se llama Pedro Pardo y parece de una añeja familia de la localidad con precedentes de hidalguía; es alto, algo cargado de espaldas, de complexión recia, a pesar de su enfermedad, de la que según parece está curado; el rostro algo pálido para vivir en el campo, se caracteriza por la gran frente, unos ojos pequeños en los que chispea apagadamente la ironía y un exiguo bigote sobre la boca bien formada. La guerra y la enfermedad interrumpieron sus estudios en Santiago de Compostela; terminada ésta intentó reanudarlos pero recayó y tuvo que abandonar la ciudad del Apóstol y regresar a sus lares. Cada vez más retraído, apenas sale del recinto de Quinta Longa, donde entretiene sus ocios en la lectura, escuchando la radio y conversando con los amigos que van a visitarle. Sus padres son ya ancianos, pero fuertes; y sus hermanas, creo que son tres, no son hermosas, pero tienen un aire sano y selvático.


En todo caso, quizá lo más interesante es, relativo a su obra pictórica, la relación de los trabajos que realiza en nuestra tierra, y que relaciona en su diario:

 25 de Agosto.

Actividad.

Desde que llegué ha hecho buen tiempo. Sol casi todo los días con intervalos de nubosidad, escasos. En Rivadeo he pintado dos cosas; una vista del puerto de pescadores con la entrada de la Ría, una ermita situada en un lugar llamado la Atalaya. En Castropol una vista del pueblo y la ría con el campo y un jardín en primer término (el del puerto de Rivadeo y el de Castropol de 1m x 1m) además un paisaje bucólico con unos verdes maravillosos bastante grande también, dos vistas de Ría, de tamaño más reducido. Jornadas agotadoras no sólo por tener que permanecer de pie y al sol casi siempre ocho horas o más sino por los kilómetros a recorrer para ir a los lugares de trabajo. Todo lo he resistido magníficamente, y mi salud es excelente.


Bien. En la actualidad, el Museo Manaut tiene una página en la que se puede disfrutar de parte del catalogo pictórico de este artista. Y en un tranquilo paseo por esta galeria virtual, no me quedo más que detenerme en un "Paisaje Costero", fechado en 1949, y con número de inventario 404, que no me costo identificar como una vista de Castropol desde Quintalonga con la Ría del Eo al fondo, y de las dimensiones que el autor cita en su diario. Lamentablemente, no logre identificar, dentro de ese catálogo, el resto de las obras que menciona. Pero es un ejemplo más de la atracción que Castropol y el paisaje de la Ría del Eo ejerce sobre los artistas.

Vista de Castropol desde Quintalonga, con la Ría del Eo al fondo. 1949. Autor: José Manaut.  http://www.josemanaut.com/paisajesoleos.html

Eso si, también realiza una crítica furibunda a los edificios y arte locales, así como de algún personaje local. 


Bibliografía y webgrafía:

Museo Manaut. http://www.josemanaut.com/index.html

Castropol.blogia.com

Los diarios de José Manaut. Universidad Carlos III: Biblioteca. https://www.uc3m.es/biblioteca/colecciones/jose-manaut/diarios


 

viernes, 16 de diciembre de 2016

Os Caleiros

Las leyes de Patrimonio Histórico y Cultural, promulgadas a nivel estatal (16/1985) y autonómico (1/2001 del Principado de Asturias), contemplan la protección de distintos tipos de bienes, muebles e inmuebles, materiales e inmateriales. Entre ellos se encuentra el patrimonio industrial y el etnográfico, lo que en arqueología, se ha llamado arqueología industrial.
En muchas ocasiones ese patrimonio pasa desapercibido, o directamente es despreciado, y no se le da la debida importancia desde un punto de vista histórico, y menos aun se ven en el otro tipo de potencialidades.


Hoy me voy a centrar en unos elementos, que no por estar bien presentes en el Concejo de Castropol son mejor conocidos: Os Caleiros.
Dare alguna pincelada, pero existen en nuestra comarca publicaciones relativamente recientes sobre este patrimonio, así como un inventario de los mismos de la Consejería (aunque extrañamente parcial), y noticias recientes de concejos vecinos que van a poner en valor os caleiros que poseen. En todo caso, esas referencias las podréis leer al final de este post, en el apartado de bibliografía.
¿Qué son Os Caleiros? La respuesta más sencilla es que son hornos de cal. Supongo que eso a muchos lectores no les aporta mucha información. Los hornos de cal, Os Caleiros, son estructuras de forma troncocónica, de dimensiones variables, construidos en mampostería refractaria unida con argamasa. En la base de esta estructura se abre un vano por el que se atizaba el horno una vez que estaba armado, es decir, rellenado de piedra caliza, edificando con ella una bóveda interior desde la base hasta sobresalir por el borde superior del horno. El hueco formado por esa bóveda era el lugar en el que se depositaba el material combustible (generalmente toxo). Una vez encendido, el calor producía una calcinación de la piedra caliza, una transformación química que la convertía en cal viva (Méndez Pérez de Presno y Lombardero Rico: 2006, págs.34-37).
El empleo de la cal esta constatado desde el Neolítico, pero sera a partir de la Antigüedad cuando veamos un uso más diversificado. No solo era empleada como material de construcción (bien como mortero y argamasa o como elemento decorativo), sino también en industrias tintoreras, en la  purificación de aguas, como abono, etc. La cal viva tiene, además un poder caustico, lo que permite que sea aprovechada como  desinfectante en lugares contaminados, para acelerar la corrosión o en el curtido de pieles. La industria química la ha empleado para la fabricación de crisoles resistentes a temperaturas elevadas, como fundente en operaciones metalúrgicas, en la deshidratación de líquidos, obtención de glucosa. Sin olvidarnos de sus usos medicinales: mata los bacilus del tifus y el cólera, impide la putrefacción de líquidos en cultivo, en diversos preparados contra diversas enfermedades de la garganta y de la piel. Evidentemente, muchos de estos usos han decaído, por la competencia de otros productos (Martínez Rossy et alii: 1986, págs 14-15).
Hasta este momento hemos visto qué son, cómo funcionan y que usos tiene el producto que se extrae de estos hornos. Ahora bien: ¿cual es el registro material que tenemos? Hoy en día, estos hornos han sido completamente abandonados, muchos de ellos en un estado ruinoso y que, salvo actuación pública de rescate, desapareceran en un corto espacio de tiempo.


Situación de los caleiros de los concejos de Castropol, Vegadeo y Taramundi. Mendez Perez de Presno y Lombardero Rico, 2005. Pág. 23.


En el concejo de Castropol han existido 49 caleiros, parte de los cuales han sido debidamente inventariados por el servicio de Patrimonio de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias.
En este caso solo vamos a mostrar parte de los que no han entrado dentro de ese inventario, muy próximos a la villa.
Y para comenzar, vamos a iniciar nuestra ruta por el que probablemente este en mejores condiciones, de todos los que vamos hacer mención. Y  sí, la fotografía de El Turrullon de Salias no esta al comienzo del post por ser un lugar bonito. Lo es porque tiene un buen ejemplo de este tipo de estructuras. Seguramente más de uno ha subido a ese islote aprovechando la bajamar. Lo que ya no estoy tan seguro es que se fijase por dónde lo hacia.

Vísta de El Turrullon (Salías), desde el Oeste. Se puede apreciar hacia el centro de la imagen, como hay una vaguada, marcada por la sombra. Foto 2016.

Misma vista que la anterior, aunque la fotografía fue sacada en 2007.

En la imagen anterior se puede observar, hacia el centro de la imagen,una vía de acceso al islote. Una de las primeras cosas que puede llamarnos la atención es una hondonada en la roca, con unos tonos rojizos y negruzcos, que bien pudieran anunciar que aquel lugar estuvo sometido a altas temperaturas, probablemente producidas por una hoguera de buenas dimensiones. Es muy posible que pudiera tratarse de las salinas que, por un lado, mencionan las fuentes medievales y, por otro, denota la propia toponímia ("Salías") (Lombardero Rico et alii.: 2017, pág. 28)


Una vez pasada esta pequeña hondonada, nos encontramos con el acceso más sencillo al Turrullon. Una vaguada aparentemente natural nos permite acceder a la parte superior del Turrullon. Aunque en cuanto nos acercamos, pronto nos damos cuenta de que tiene poco de natural y mucho de antropica.

Caleiro 1. Paso para acceder al Turrullon, aprovechando la ruina del caleiro. En la izquierda del jalón, unos centímetros sobre el, se pueden observar restos de un muro de mamposteria. Foto 2016.

Pronto nos encontramos con un muro de mampostería cubierto por vegetación, que impide ver la verdadera dimensión de horno. Las paredes conservadas se encuentran recubiertas de una capa blanca: de cal.

Caleiro 1. Alcanzada la base del caleiro, nos encontramos de frente con los restos del muro que lo conformaba. Foto 2016.
Caleiro 1. Una imagen del mismo muro, en una fotografía de 2007.

A pesar de la vegetación, el diámetro del horno se hace evidente (unos 3,30 m.), y la altura se intuye (cerca de 3 m.), tendiendo los muros a disminuir su diametro a medida que ascienden.
¿Por qué nos encontramos un caleiro en este lugar? Por el mismo motivo que se encuentra el resto de los existentes en el concejo de Castropol. La caliza se encuentra con facilidad en toda la vertiente asturiana del Eo: son conocidas en los mapas geológicos, como Calizas de Vegadeo. El combustible empleado es leñoso: frecuentemente toxo, pero sin despreciar otras maderas llegado el caso. Y en la costa, por la facilidad de su transporte a los distinto núcleos urbanos situados en la riberas de la Ria del Eo.
Como digo no es el único ejemplo de un horno de cal en esta zona de la ensenada da Lieira. Recorriendo la playa entre El Turrullon y A Fonte da Vila, vemos como estas construcciones salpican la linea de costa. En algunos casos, como en las dos fotos que siguen, solo podemos decir que se trata de muros pertenecientes algún tipo de construcción de función indeterminada, que ni la vegetación ni el tiempo nos ha permitido profundizar.

Primero de los muros de mampostería que nos encontramos a lo largo de la playa, en dirección a Castropol. Foto 2016.

Segundo de los muros de mapostería al pie de la playa, en dirección a Castropol. Foto 2016.

Pero no encontramos con esto. Se trata de lo que queda del muro de mapostería de otro caleiro, con el característico color blanco dejado por la cal. El diámetro de este horno, en función, ya no solo de los muros conservados, sino de la costra de cal que se observa en el suelo, seria aproximadamente de 3,5 m., y el muro alcanza los 2,3 m. No nos debe extrañar que solo se conserve la mitad de este horno, ya que el trabajo de las aguas de la Ria ha propiciado su ruina y a dejado al descubierto los muros, que se apoyaban directamente sobre la ladera, permitiéndonos observar un característico color rojizo en la maposeria, indicativo de que este muro ha estado expuesto a altas temperaturas.

Caleiro 2. Vista del muro que se conserva. Foto 2016.


Caleiro 2. Extensión de la costra de cal, que nos informa de como las dimensiónes de esta estructura eran mayores. Foto 2016

Caleiro 2. Otra vista del mismo punto anterior, pero en alzado, en que se observa un zócalo de mamposteria, enrojecido y ennegrecido por la acción del calor. Foto 2016.


Además de los dos caleiros mencionados, en una visita anterior pude constatar la existencia de otros tres hornos, con la particularidad de que en uno de ellos se superponian dos. Esta situación debe responder algún hecho excepcional: la ruina del primero de los hornos de cal no debio hacer viable su reconstrucción y obligo a la construcción de uno nuevo en el mismo lugar.

Caleiros 3 y 4. En este caso da la sensación de que tenemos un 2x1. Como se observa en la fotografía de 2007, hay dos muros consecutivos concentricos, que con toda probabilidad correspondieron a dos caleiros. El primero debió de sufrir algún desperfecto importante que obligo a la construcción de uno completamente nuevo.

Caleiro 5. La fotografía fue sacada en 2007.

En todo caso, la situación de los cinco hornos identificados, es de ruina, amenazados los pocos restos que se conservan por la vegetación y la acción marina.
Como patrimonio industrial y etnográfico tienen un gran valor para la comprensión de las actividades económicas y sociales, no solo de Castropol, sino de los concejos vecinos, y de estos con areas geográficas más lejanas.
Igual que el vecino concejo de Vegadeo pretende hacer con un patrimonio similar, si bien en mejor estado, convendría que las autoridades municipales del Concejo de Castropol junto con las de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, procediesen a poner en manos públicas estos hornos, consolidasen los mismos, y los pusieran en valor, aprovechando, por ejemplo, el paso de la senda costera que une las villas de Castropol y de As Figueiras, proporcionando un aliciente más a los ya existentes (tanto patrimoniales como paisajisticos).

BIBLIOGRAFÍA:

Lombardero Rico, Chemi, Méndez Pérez de Presno, Marcelino y Pardo Pérez-Sanjulián, Juan José: Los curtidos y la fabricación de calzado en el occidente asturiano. Vegadeo: Amigos de Vegadeo, 2017.
Méndez Pérez de Presno, Marcelino y Lombardero Rico, Chemi: Los hornos de cal en el extremo occidental asturiano. Oviedo: CEDER Oscos-Eo, 2006.
Martínez Rossy, Isabel et alii.: Caleros y Canteros. Salamanca: Diputación, 1986.



jueves, 18 de junio de 2015

Castropol, el Eo y los Vikingos.

   Toda esta historia surge hace ya muchos años, cuando estando en la Biblioteca Publica "Menéndez Pelayo" de Castropol, en una de esas tardes en las que me sumergía a buscar tesoros entre las baldas de sus libreríasencontré una cita bibliográfica, escueta, que despertó el interés por aquella pista.
   Aunque en ese momento trate de hacer averiguaciones, todavía no existía Internet, y ni tan siquiera durante mis estudios en Oviedo puede averiguar algo sobre aquella cita.
   Fue ya de nuevo en Castropol, cuando conocí a Luis López, ahora castropolense de adopción, amante de la zona, y bibliófilo, que tras proporcionarle la cita, logro hacerse con una copia de dicho articulo: "La Connaissance de la Péninsule Espagnole par les hommes du Nord: mémoire destiné à la 10ème session du Congrès international des orientalistes" del sueco Adam KristofferFabricius. ¡Un articulo sobre los vikingos en el que se mencionaba a Castropol!
   Los vikingos, ahora de moda por la serie de televisión homónima, ese pueblo procedente de Escandinavia, entra en la escena de la Historia Europea tras el saqueo del monasterio de Lindisfame (793), situado en el Norte de Gran Bretaña.
   Desde entonces, sus correrías a lo largo de las costas del Atlántico y del Mediterráneo nos son conocidas, a través de sus sagas y, por supuesto, de los noticias que de sus incursiones, pillajes y razzias dan las fuentes escritas medievales de los lugares por las que pasaron.
   Por el Norte de la Península Ibérica, pasaron en varias ocasiones: en el 844, 858, 864, 968, 970. Tanto es así que quedo reflejado en las leyendas locales: de la época de las primeras incursiones vikingas es la leyenda del obispo Gonzalo de la diócesis de Bretoña, antigua sede episcopal, antecesora de la de Mondoñedo: cuenta esta leyenda que al llegar a la entrada del río Masma un gran número de embarcaciones vikingas los habitantes acudieron a la protección del obispo, al que consideraban santo. Gonzalo rezo pidiendo la protección del cielo contra el ataque y entonces se desató una gran tempestad que hundió la mayor parte de la flota invasora.

Barcos vikingos en el Tapiz de Bayeux.

   Sin embargo, esta no es la única leyenda sobre este asunto. Y aunque yo, y mucha gente conoce la historia con los "moros" míticos (no los "mauri" de las fuentes latinas que dan origen al termino, sino esa especie de pueblo perdido en un pasado muy lejano y lleno de misterio), es cierto que algún erudito local del pasado siglo XX, lo asociaba a los vikingos. Se trata de la leyenda que cuenta que entre la Capilla de Santa María del Campo (Castropol) y un punto indeterminado entre A Punta de Santos y el Penedon, existe un túnel construido por los vikingos o los "moros", para escapar.
  Según parece, esta salida al mar, explorada por muchos críos y adolescentes, esta cegada ya por desprendimientos.
  No creo, sin embargo, que nunca haya existido dicho túnel. Pero dicen que "cuando el río suena, agua lleva". Las leyendas no son mentiras absolutas, ni completas verdades. Suelen soportarse sobre hechos verídicos, que con el tiempo se han ido deformando, debido fundamentalmente a dos variables: su trasmisión oral y su paulatina lejanía temporal con el suceso que se relata. Esos hechos verídicos pueden pasar por un suceso o personaje histórico concreto, o por la existencia en el subsuelo de algún resto arqueológico. En el caso de la Capilla de Santa María del Campo podría darse la segunda situación. ¿A caso no esta la Iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onis edificada sobre un megalito?
  Con todo, lo más interesante, desde un punto de vista local, es la incursión de Olaf Haraldsson en el 1014 sobre estas costas. Más conocido como San Olaf, seria en 1018 Rey de Noruega, convirtiéndose e imponiendo el cristianismo en este reino. Tanto las crónicas cristianas como las sagas nórdicas coinciden en que tras partir de Inglaterra, dirigió su flota contra los vikingos dinamarqueses de Ringsfjerd (probablemente el Golfo de Vizcaya), para continuar hacia Grisepolle (probablemente Castropol), y vencer a los vikingos dinamarqueses en Vilhamsby (probablemente la Ría de Betanzos). La incursión continuo: se dirigió hacia Seljepolle (probablemente la desembocadura del Miño), dónde tras una gran batalla conquisto la ciudad de Gunvaldsborg (probablemente Tuy), tomando prisionero al conde Geirfinn (probablemente el Obispo Alfonso), que tuvo que pagar un rescate de 12000 piezas de oro.
   Entonces llegaron a Castropol. Bueno, es solo una cita en una crónica perdida del siglo XI. Si. Pero del siglo XI. Castropol, no aparece hasta 1298, como puebla de fundación episcopal. Y sin embargo, la propia carta de fundación de la puebla otorgada por el Obispo de Oviedo en ese año de 1298 nos avisa ya de la posible existencia, cuando menos, del topónimo, ya que manda hacer puebla "en el logar nomnado Castropol".
   Son pequeños visos de luz que alumbran la oscuridad documental de los siglos que comprenden la Alta Edad Media, y que nos permiten entender un poco mejor la ocupación del territorio en ese momento histórico, del que solo tenemos menciones aisladas, además de ser conscientes de la importancia en las rutas marítimas cantábricas de la Ría del Eo.

   Bibliografía:

Carré Alvarellos, Leandro: Las leyendas tradicionales gallegas. Madrid: Austral, 2006
Carvajal González, Helena: "San Olaf, Rey de Noruega" EN Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. V, 2013, págs. 43-51.
Erkoreka, Anton: "A furore normanorum, libera nos Domine. Previkingos y vikingos asolando la costa vasca (siglos V-X)" EN Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 5, Donostia-San Sebastián, 2006, págs. 15-31.
Fabricius, Adam Kristoffer: La Connaissance de la Péninsule Espagnole par les hommes du Nord: mémoire destiné à la 10ème session du Congrès international des orientalistes.Lisboa, 1892.
Ruiz de la Peña, J.I.: Las "polas asturianas" en la Edad Media. Oviedo, 1981
Sánchez Pardo, José Carlos: "Los ataques vikingos y su influencia en la Galicia de los siglos IX-XI" EN Annuario Brigantino, 2010, Nº 33, págs. 57-86.